Pueblo Selk’nam vivo y presente
Por Hema’ny Molina Vargas
El pueblo Selk’nam en la actualidad se encuentra mimetizado con la sociedad chilena; invisibles caminamos por las calles de distintas ciudades del país acompañados del orgullo de ser herederos de una cultura que está presente en la memoria, en el hogar y en el corazón, pero que no se conoce ni reconoce en la sociedad chilena.
Lamentablemente, la historia siempre la escriben los vencedores y desde esa perspectiva es fácil entender por qué se niega la existencia del pueblo Selk’nam, pues las versiones oficiales dan cuenta de hechos terribles que sucedieron en Tierra del Fuego, hechos reales avalados por los estados de Chile y Argentina, en el contexto de la colonización e impulso económico de la región. Pero en esta historia falta la versión de los principales protagonistas, los indígenas Selk’nam que no se encontraban en los lugares en donde todos los presentes murieron. Ya sea porque habían sido entregados a los colonos para el servicio doméstico, enviados a las salitreras, asentados en las estancias o sacados de la zona como navegantes, militares, o simplemente porque hubo familias que se movilizaron arrancando de las masacres y se ocultaron.
Poco se conoce de estas historias, y es porque se han mantenido ocultas; primero en un acto de supervivencia de quienes se sabían en peligro de muerte, luego el silencio se traspasó a los hijos, a lo que se sumó la vergüenza alimentada por la gran discriminación que trajo consigo el proceso de chilenización y homogenización cultural que, dígase de paso, fue transversal para todos los pueblos originarios de Chile.
Los Selk’nam no fuimos la excepción a este proceso y pasamos desde el exilio y la intervención cultural violenta, al silencio y la resistencia a una negación y discriminación sin tregua hasta el día de hoy.
La reducción de las tribus, a través de matanzas pagadas, para arrebatarles las tierras y luego entregárselas a los colonos, y el exilio de aquellos que fueron enviados a isla Dawson para ser evangelizados por los Salesianos, creó para los espectadores la sensación de que no quedó Ona vivo.

Existe un hecho que, a pesar de conocerse y estar ampliamente documentado, pareciera ser invisible: existen registros que datan de 1895 de Selk’nam que aún vivían en tolderías y deambulaban por Tierra del Fuego intentando mantener su forma de vida natural.
De acuerdo con el sumario de vejámenes cometidos en Punta Arenas en 1895, 165 indígenas selk’nam fueron capturados en Bahía Inútil. Debían ser enviados a la misión salesiana de San Rafael en isla Dawson. Sin embargo, por capricho del entonces gobernador de Magallanes, Sr. Señoret, fueron llevados a Punta Arenas para ser obsequiados como trabajadores a los colonos de su círculo cercano. Al darse cuenta que nadie aceptaba indios adultos, por ser difíciles de domesticar, empezaron a repartir a los niños y niñas sin contemplación ni autorización de sus padres (sumario vejámenes Ona).
La gran pregunta es ¿Qué paso con todos estos niños Selk’nam que fueron regalados y derivados?
A pesar de que se realizó un sumario y quedó clara la presencia de Selk’nam en el territorio chileno, pareciera que este capítulo de la historia nunca hubiese sucedido. El sumario se cerró sin culpables ni castigos.
Martin Gusinde, conocido antropólogo alemán que llegó a Chile en 1918, y que hizo importantes investigaciones sobre nuestro pueblo, luego de terminar sus investigaciones deja clara su teoría en la carta que envía al señor gobernador de Magallanes en donde predice un futuro devastador:
“Señor Gobernador,
Es para mí un deber muy grato presentar a esta gobernación el informe sobre los medios de proteger y radicar a los indios de la Tierra del Fuego en conformidad a lo dispuesto por el señor ministro de relaciones exteriores, entonces Don Luis Izquierdo, con fecha de enero de 1923 (L. C. Sec.CN,N°4); a fin de que esta gobernación se sirva transmitir dicho informe a ese departamento.
1.- En cuanto a los indios Ona que se encuentran en la isla grande de la Tierra del Fuego el infrascrito considera a nuestro supremo gobierno ya libre de la obligación de intervenir en la protección de esta tribu, en cuanto que todos los sobrevivientes indios frecuentan, hoy en día, casi exclusivamente el territorio Argentino.”
(Fuente “Martin Gusinde, expedición a Tierra del Fuego”)

Obviamente, Martin Gusinde no consideró al momento de decir que no quedaban Selk’nam en Tierra del Fuego del lado chileno, a los niños que fueron entregados a las familias de Punta Arenas, o a los jóvenes que fueron sacados de la zona.
Puede que haya sido por desconocimiento de estos hechos o por pensar que ya estaban chilenizados y civilizados, razón por la cual ya no se les debía considerar indígenas Selk’nam.
En los años 60 hubo otra antropóloga, Anne Chapman, que terminó de sellar nuestra historia, pues al realizar su trabajo de campo en Rio Grande, ni siquiera se tomó la molestia de buscar Selk’nam en Chile, (se entiende que basando su trabajo a partir de Gusinde, ella dio por sentado que en Chile ya no quedaban) y, por el contrario, trabaja con solo dos mujeres que a su parecer son Selk’nam puras (de padre y madre Selk’nam), negando el derecho de identidad a todo el resto que, mestizos o no, eran Selk’nam por derecho de sangre y por identidad.
Al morir Lola Kiepja y Algela Loig, quienes son dadas a conocer por Chapman como las últimas onas de origen puro (padre y madre ona) y últimas hablantes del Selk’nam chan (idioma Selk’nam) se asume extinto el idioma y con él toda una cultura.

Realidad actual
Lamentablemente, cambiar la realidad es un desafío sin precedentes para todos los Selk’nam que en la actualidad nos encontramos dispersos en todo el territorio, ante los argumentos expuestos, queda claro que el hecho de que aunque no seamos un pueblo visible, no significa que no existamos. Muy por el contrario, somos un pueblo que ha tenido que levantarse y fortalecerse ante la discriminación y la negativa de la población a escuchar nuestros argumentos. A esto se suma el poco interés de la academia por entender los procesos de supervivencia de cada familia y la absoluta indiferencia del estado, el que simplemente da por hecho que no existimos, sin hacerse cargo de la responsabilidad que le cabe en los hechos ocurridos en el pasado ni lo que sucede con nosotros en el presente.
Todo esto hace de nuestro trabajo una odisea tanto en la vida cotidiana para mantener nuestro legado al interior de nuestros hogares, como en nuestra comunidad, dificultando además la creación de espacios de diálogo e interacción con diferentes organizaciones o entidades del estado, pues ha mantenido inamovible su postura oficial.
La necesidad histórica del reconocimiento del genocidio Selk’nam y Aonikenk (Tehuelche del sur) por parte del estado, fue planteado en 2007, en una moción parlamentaria del entonces senador por Magallanes, Pedro Muñoz, la que se discutió en las comisiones de cultura del senado y de la cámara de diputados.
En el senado se debatió el tema haciendo referencia al informe de la Comisión de verdad histórica y nuevo trato con los Pueblos Indígenas, que definió como genocida la ocupación de la Patagonia Austral y Tierra del Fuego. En esa ocasión, los señores Andrés Chadwick y Mariano Ruiz-Esquide plantearon reemplazar el término genocidio por extinción, dadas las consecuencias que se podrían generar para el estado si se aceptaba dicho término, planteamiento respaldado también por el senador Carlos Cantero. Esto llevaría a que por unanimidad se reconociera “la extinción de las etnias”.

Por otra parte, pasado el proyecto a la comisión de educación de la cámara de diputados, se resolvió utilizar el concepto de genocidio. En plenario los diputados Giovani Calderón (UDI) y Jorge Sabag (DC) se opusieron al reconocimiento del genocidio, “pues el delito de lesa humanidad no prescribe y puede derivar en indemnizaciones a las víctimas”.
Desde entonces, el proyecto de ley permaneció largo tiempo sin urgencia.
Pese a esta postura del estado, existen voces que se han levantado en defensa del concepto de genocidio.

Sin duda que estos gestos desde nuestra perspectiva se agradecen infinitamente, sin embargo, siguen siendo gestos discriminatorios, pues en estas acciones no existe ningún estudio previo que en realidad tenga el ánimo de averiguar si es verdad que estamos extintos.
Continuamente somos espectadores de homenajes, encuentros, conversatorios, análisis, estudios sobre nosotros, pero sin nosotros. En general, sólo se plantean discusiones sobre el pasado, negando la sola posibilidad de nuestra existencia y continuidad cultural en el presente.
Nuestra comunidad
La realidad hoy en día es difícil, pero a la vez contrasta con hermosas experiencias de vida, el reencuentro con la cultura, el conocer nuevas familias que se ven frente a frente con sus historias y el saberse Selk’nam, constituyen una felicidad y un orgullo que difícilmente se pueden describir con palabras.
Desde hace años que existen lazos entre familias Selk’nam que conocen su ascendencia. Hay, de por medio, todo un trabajo y dedicación silenciosa por mantener la memoria, algunas costumbres que, a pesar de todo, aún permanecen. Levantar una comunidad y vivir fortaleciendo todos aquellos aspectos que nos identifican con nuestros ancestros ha sido una meta de vida.
El reencuentro entre familias Selk’nam nos enriquece, nos entrega más fragmentos de historia que van conformando una memoria colectiva y explicando de alguna manera cómo nuestro pueblo ha resistido a una política de exterminio, a un genocidio, a un negacionismo, al intento de enajenación cultural, al exilio, e incluso a la resistencia que hemos dado a través del mestizaje, para de alguna manera permanecer y defender nuestro patrimonio histórico cultural y espiritual.
A todo este esfuerzo se van sumando actores que fortalecen nuestras esperanzas. Actualmente, la dedicación ha dado frutos, la comunidad creció y con ella las necesidades de organizar y encauzar los esfuerzos, lo que se materializó en la Corporación del Pueblo Selk’nam por el rescate, valoración e Identidad Cultural (PJ 208698- 2015).
A través de esta organización hemos podido marcar presencia en el trabajo con las organizaciones indígenas de la comuna de Santiago y formar parte de la mesa comunal del municipio, lo que nos ha permitido estar presentes como pueblo y cultura viva de forma oficial desde el 2015, participando en diferentes actividades. A modo de ejemplo, podemos decir, que hace ya 5 años consecutivos que nuestra bandera se iza en el frontis de la municipalidad de Santiago con motivo del mes de los pueblos originarios.
De parte del estado hemos tenido la posibilidad de estar presentes en distintas consultas, aunque se nos ha permitido opinar nuestro voto no es considerado, hemos sido invitados a las consultas de Cultura, Educación, salud e incluso al proceso constituyente, en el que tuvimos la posibilidad de realizar nuestro encuentro de deliberación interna financiada, por supuesto, desde el Ministerio del Desarrollo, hemos tenido la mala experiencia de la discriminación y no hemos podido llegar al término de estas instancias, sin embargo, destacamos el hecho de que se nos considera, pues ya es un gran avance.

También tenemos un trabajo de algunos años con la Universidad Silva Henríquez (2015), que desde ‘Vinculación con el Medio’ partió siendo un apoyo y plataforma para realizar distintas actividades que nos permiten visibilidad. Una muestra de ello es que este será el quinto año en que contamos con apoyo para realizar una actividad el 25 de noviembre, fecha en que conmemoramos el Día de la Dignidad del Pueblo Selk’nam.
En fin, hoy en día hay instituciones y redes de apoyo que nos permiten tener una ventana de esperanza.
Lamentablemente, esta esperanza se ha visto opacada con la reactivación de la ley que pretende establecer el genocidio de 4 pueblos de los canales Autrales: Kawesqar, Yagán, Selk’nam.
Que el estado reconozca que existió un genocidio es muy bueno, sin embargo este reconocimiento parte de la base que los Pueblos Selk’nam y Aonikenk están extintos, lo que simplemente se convierte en una ley nefasta que sólo pretende poner una lápida sobre nuestro pueblo sin tener ni siquiera la posibilidad de probar mediante estudios nuestra ascendencia y derechos ancestrales heredados.
El Selk’nam es, en la actualidad, uno más entre los millones de chilenos que usan las redes sociales, teléfonos inteligentes; que tienen carreras convencionales y visten a la moda como cualquier persona. Quedó atrás el romanticismo de pieles y caza, sin embargo sigue siendo parte de nuestra cultura, la seguimos traspasando de generación en generación y continuamos en silencio esperando el día en que no tengamos que defendernos por el solo hecho de ser descendientes de un pueblo que por conveniencia, malos entendidos o comodidad, se prefiere pasar por alto y se le cataloga como extinto, cuando la verdad es que seguimos respirando y transitando por calles y caminos, alentando esperanzas no solo de reconocimiento y dignidad, también queremos volver a Karokynka nuestro harowen, nuestra tierra (Tierra del Fuego).
Hema’ny Molina Vargas
Escritora y poeta Selk’nam.
Comunidad Indígena Covadonga Ona.
Corporación Selk’nam Chile.
Koom’né harwn’n es el territorio ausente. Ese que espera allá en el fin del mundo, Tierra del Fuego aún espera a sus hijos.