Nuestro pueblo tiene una historia milenaria navegando en libertad y en convivencia con todos los elementos que componen el kawésqar waes, con cada especie y con las energías que moran en el territorio. Sin embargo, esta libertad se comenzó a ver truncada con la llegada de los primeros barcos que, autodenominándose descubridores, trazaron para nuestro pueblo una historia distinta a la que conocían nuestros antiguos, es así que a partir de 1520 ya nada sería igual para los grupos canoeros. El nomadismo, como se conocía, entra en una época de latencia; la lengua, los trayectos, la cosmovisión -o forma de ver el mundo- la interacción con los demás pueblos que poblaban junto a nosotros este vasto territorio, tenían los días contados.

Nunca estuvo en el razonamiento de los recién llegados otras formas de vivir fuera de la de ellos, ni mucho menos el respeto hacía lo que encontraban. El proceso de exterminio y genocidio no implicó que nos pudieran extinguir, con todo eso podríamos llamarnos supervivientes del genocidio y exterminio por mano de los privados, avalado y ejecutado por el Estado de Chile, a través de la asimilación, asentamiento de grandes nómades, los envenenamientos, violaciones, muertes, secuestros, desarraigos; sacando a nuestros ancestros de sus campamentos antiguos, impidiéndoles alimentarse en sus corrales de pesca, prohibiéndoles navegar y subsistir, haciéndolos esclavos de un sistema que no conocían.

En un Estado Constitucional de Derecho, el crimen se paga, con un perdón no basta, aquél que ha cometido un delito, o peor aún, un crimen de lesa humanidad no puede librarse de su culpa con la mera declaración de palabras envueltas en buenas intenciones. Pero no se engañen, no es dinero, ni becas, ni piedras preciosas como con las que engañaban a nuestros ancestros y hoy a nuestros hermanos, lo que pedimos.

Existen documentos recopilados por historiadores como el creado por el historiador Alberto Harambour, VIOLENCIA SISTEMATICA CONTRA EL PUEBLO KAWÉSQAR, Y LOS DISTINTOS JUICIOS OFICIADOS CONTRA NUESTROS ANTIGUOS EN LA CIUDAD DE PUNTA ARENAS. Sin embargo, los relatos contados por nuestros mayores que sufrieron de primera mano aquella violencia también cuentan, son la copia fiel de tal violencia, y no están.

El Estado chileno debe reconocer el genocidio y exterminio, y, desde la verdad histórica avanzar a una realidad histórica, reconociendo los derechos al territorio que ancestralmente navegamos y continuamos navegando, desde el Golfo de Penas a la península de Brecknock, por ambas márgenes del Estrecho que No es de Magallanes; como herencia legítima de nuestra gente antigua, protegiéndolo de las destructivas industrias extractivistas y de cultivos intensivos de salmones que hoy irrumpen en nuestro territorio, expulsándonos de él, como alguna vez otra industria expulsó a los hermanos Selk’nam, Tehuelche. Nuestro pueblo aun hoy no está exento de esto. Es una situación continua de etnocidio que es la continuidad ininterrumpida del exterminio anterior, que aún hoy sigue siendo avalado por el Estado en beneficio de los intereses empresariales.

Creemos que es necesario transformar nuestro sistema jurídico en una constitución radicalmente ecológica y en armonía con los pueblos, poniendo especial énfasis, en los pueblos nómadas e itinerantes, como es nuestro caso. En conjunto con reconocer los derechos de la naturaleza, debemos hacer una diferencia entre los territorios indígenas y sus cosmovisiones, reconociendo LOS DERECHOS DEL TERRITORIO Y AL TERRITORIO. Separar los derechos del territorio del ser sería no respetar las distintas formas de ver el mundo, formas de desarrollarse y la manera en que históricamente los pueblos indígenas se consideran territorio, conformando el todo vital.

El Estado chileno debe reconocer el genocidio y exterminio, y, desde la verdad histórica avanzar a una realidad histórica, reconociendo los derechos al territorio que ancestralmente navegamos y continuamos navegando, desde el Golfo de Penas a la península de Brecknock, por ambas márgenes del Estrecho que No es de Magallanes

Se debe primero reconocer la preexistencia de los pueblos anteriores al Estado, luego este estado debe reconocerse como Plurinacional. Para nosotros, se hace necesario terminar con el Estado Unitario que no reconoce a los pueblos que preexisten y aún habitan en el territorio. Nuestra propuesta es que Chile se declare como Estado Plurinacional, que INCORPORE a las naciones originarias, sus territorios ancestrales y su derecho a auto determinarse; entendiendo que una nación es un grupo humano que posee aspectos culturales en común, y , por sobre todo, un territorio común, que habita y es el espacio que le otorga sus derechos.

Debe existir una reconfiguración del poder, que permita a los indígenas participar activa y directamente, de forma vinculante en las decisiones políticas que se tomen a nivel territorial, a fin de que no se siga relegando nuestra participación a consultas indígenas que pueden o no proceder y que además no tienen ningún poder vinculante. Para eso se debe i) derogar completamente los decretos 66 y 40, ya que en lo que concierne a políticas que afectan directamente al territorio, hoy somos simples espectadores de la devastación territorial. ii) Avanzar a una democracia directa vinculante que comprenda y se apegue a los diferentes tratados internacionales suscritos por Chile. iii) Derogar todas las leyes corruptas y cuya base es el cohecho, ejemplo de ello es la Ley LONGUEIRA.

Creemos que es hora de que los parlamentarios creen una ley que aplique moratoria a los proyectos extractivistas que vulneran nuestros derechos humanos y los derechos del propio territorio DURANTE ESTE PROCESO DE TRANSICIÓN, así como las leyes instantáneas que se crearon para reprimir al pueblo movilizado luego del 18 de Octubre.

Para que el pueblo Kawésqar pueda hacer ejercicio del buen vivir se debe garantizar la vivienda, la salud, la educación, el poder habitar el territorio como kawésqar, es decir, de acuerdo con nuestra forma de ver y valorar el mundo. El Estado debe garantizar la recuperación de la lengua tomando en cuenta que quedan muy pocos hablantes. Así como nuestro territorio tiene una urgencia, también la tiene nuestra lengua materna, la que fue arrancada desde los distintos sectores de nuestro Kawesqar waes. También debe asegurar la libre navegación y la excepción de las cuotas de pesca a pescadores indígenas.

Con respecto a los dichos de la convencional constituyente Margarita Vargas, expresados en una noticia de radio Bio Bío el día 16 de agosto de 2021, donde dice “que la elección de los escaños reservados fue una elección democrática previamente informada” es preciso recordarle que los kawésqar no tenemos jefes, cada uno es dueño de su propia embarcación y de la familia que transita en ella, recordarle también que esta no fue una elección libre e informada, sino un acuerdo político sin consulta previa.

Miles de años habitaron nuestros ancestros en el territorio, navegando e interactuando con él y con otras culturas milenarias; quienes nos hicieron objeto de genocidio, abuso y asimilación nos llevaron casi a la extinción de nuestra forma de ver el mundo. Invisibilizados por mucho tiempo hemos visto transcurrir el mundo en silencio, desnudados del derecho a existir. Nuestro territorio, el habitáculo que coexiste con las memorias de los antiguos, y su pasado, el que pretende reivindicar la vida nómada de subsistencia, los recuerdos de los recorridos persisten en nuestras comunidades. Con esto queremos decir que no existen los “últimos Kawésqar” que después de nosotros vendrán muchos más, que llevarán el sello de estas comunidades para protección del territorio, el čams, nuestro Kawésqar Wæs.

Kawésqar taiwaselok hojok aksaemhar, sa Málte ka Jáutok Čečel, kius wæs hóraras, ka lafk, kius aihiol jeksor koteio, ka kius kájef jeferlai, k’enak sekue.”

Los espíritus de los antiguos moran en Málte y Jáutok, sus antiguos territorios, hoy sus hijos lo ven otra vez, y seguirán navegando”


COMUNIDADES KAWÉSQAR POR LA DEFENSA DEL MAR
ATA’P
ASWAL LAJEP
RESIDENTES EN RÍO PRIMERO
INÉS CARO
GRUPOS FAMILIARES NÓMADES DEL MAR.