Por Karen Rosenfeld Ytier
|

Escribir en alusión al feminismo no me es fácil y seguramente no me hará muy popular, pero no es el objetivo. Esto porque tengo problemas con dos ideas muy utilizadas en relación con el activismo feminista y en estas fechas: separatismo e igualdad. Creo que somos todes distintes, personas, seres humanos iguales en derechos y dignidad, merecedores de respeto ante todo, pero diversos y por lo mismo valiosos y un aporte a la sociedad. Asimismo, creo que los cambios y las deconstrucciones se hacen y requieren de todes. Esto para transparentar desde dónde hablo.

Desde hace algunos años y cada vez con mayor intensidad, marzo se asocia a feminismo, mujer, protesta feminista, género. Conceptos potentes, que pueden relacionarse, pero no son equivalentes. El feminismo no es nuevo, ni unívoco, distinguiéndose incluso entre feminismos convencionales y no convencionales. Pero, ¿por qué existe el día internacional de la mujer? el cual originalmente era de la mujer trabajadora.

Partiendo de esta pregunta lo primero es que no se trata de una fecha para celebrar ni festejar las características de la mujer. Este día fue instaurado para conmemorar las luchas de las mujeres trabajadoras de fines del siglo XIX e inicios del XX en Europa y Estados Unidos. A través de las protestas buscaban mejores condiciones laborales y el derecho a sufragar. La fecha en sí se escogió en consideración a los eventos ocurridos a partir de las protestas (medidos del siglo XIX) de las mujeres trabajadoras de la industria textil en Nueva York y las huelgas de 1908 y 1911 en esta misma ciudad, en las que a raíz de incendios en las industrias murieron más de 150 trabajadoras. Estos movimientos reivindicativos buscaban condiciones laborales más justas y dignas para las mujeres, pero también para les niñes trabajadores y en general. Es, por tanto, un día para recordar, para reflexionar, para pensar en lo logrado y en lo que falta, en lo que tenemos, lo que ha costado, y a dónde y cómo queremos llegar. No para decir que somos buenas, bellas, gentiles, amorosas, luchadoras, esforzadas, alegres, sacrificadas. Si bien podemos ser eso y muchas otras cosas, estos no son rasgos intrínsecamente de las mujeres -incluso habría que seguir debatiendo si son características femeninas-

Partiendo de esta pregunta lo primero es que no se trata de una fecha para celebrar ni festejar las características de la mujer. Este día fue instaurado para conmemorar las luchas de las mujeres trabajadoras de fines del siglo XIX e inicios del XX en Europa y Estados Unidos

Este año la marcha del 8M para algunas parecía una fiesta, una gran celebración, lo que además de no generar consenso lleva a cuestionarme ¿qué celebrar? Es cierto, la situación de las mujeres es muy distinta a las de aquellas que vivieron en los siglos anteriores. Vivimos sin casarnos, podemos decidir no tener hijes, podemos estudiar cualquier carrera o trabajar en todos los ámbitos -incluso algunos que estaban vetados hasta hace poco, como la minería y la marina-, tenemos mayor poder de decisión sobre nosotras y ocupamos altos cargos en instituciones públicas (como ministerios) y en empresas privadas (directorios y gerencias). Sin embargo, nos damos cuenta de cuánto falta al enterarnos de cada nuevo asesinato o desaparición de una mujer, cuando ex parejas o ex maridos acosan y agreden a las mujeres que se involucraron con ellos; o cuando se denuncian nuevos casos de violación o acoso. Claro, cada vez son menos los gritos y silbidos en la calle, pero todavía se utilizan las redes sociales para publicar comentarios e imágenes, para el bullying, el acoso y amenazas.

Pero también hay otras situaciones que llaman a la alerta como el meme que estos días ha circulado con la imagen de Camila Vallejos, Karla Rubilar y Cecilia Pérez y la frase “ya se observan cambios positivos”. Resaltando que lo valorado es el cambio en la imagen de las mujeres que forman parte del gobierno, reduciendo la valía y aporte de las mujeres a su aspecto físico. Esto echaría por tierra todas las luchas y logros feministas hasta el momento.

 

Algo similar ocurre ante la idea de asociar la mayor presencia de mujeres, que hombres, en un ámbito con que este espacio sea feminista, como se insinuó con el nuevo gobierno. Mujer no es igual a feminismo, y la mayor presencia de mujeres no significa la mayor aplicación de una perspectiva feminista o del enfoque de género, el mayor respeto y dignidad en el trato a la mujer ni la igualdad en el ejercicio de derechos. Si toda mujer fuese feminista no debiesen darse situaciones como la de mujer que se muestre compasiva y lamente la situación de un hombre por ser quien siempre asiste, solo, a las reuniones escolares de sus hijos, asumiendo que la madre no está presente y es el padre quien los cría solo. De ser una mujer no harían comentarios ni supondrían que el padre no está, se asume que es la madre quien cuida y cría, la que debe asistir a las actividades asociadas con sus hijes. El patriarcado y el machismo se reproducen estructuralmente tanto como en las acciones e interacciones de hombres y mujeres. Genera lástima en lugar de alegría porque madre y padre puedan compartir e involucrarse en los cuidados, crianza y actividades de sus hijes, sintiendo compasión hacia el padre que lo haga (aparentemente) solo. O al concebir las leyes respecto a la crianza y cuidado de niños y niñas como beneficios y facilidades para las madres, para que puedan trabajar, y no para estimular la corresponsabilidad parental o el derecho del hije a vincularse con padre y madre; como si se le hiciese un favor a la mujer.

El patriarcado y el machismo se reproducen estructuralmente tanto como en las acciones e interacciones de hombres y mujeres

Finalmente, la violencia contra la mujer y el trato denigrante no se trata de un tema de generación ni se resuelve sólo a través de sanciones o medidas punitivas. Si así fuese no se presentarían situaciones de acoso ni violencia entre jóvenes

El hecho de que se asocie el cuidado de la vida y la procreación con la mujer de por sí implica al menos un obstáculo para derribar las inequidades y el patriarcado. Como ocurre a raíz de la guerra en Ucrania y la disposición que prohíbe a todo hombre ucraniano salir del país, incluso moverse de su ciudad pues debe estar disponible para la guerra. Ya me parece aberrante que una persona sea obligada a participar en una guerra (elección de cada cual, hombre o mujer, si desea ser parte de las fuerzas armadas), pero peor fue leer un mensaje que me llegó por whatsapp que parte diciendo que no hay manifestaciones de mujeres exigiendo igualdad para ser incluidas como parte de las defensas militares, y que cierra señalando que no se opone a que no se exija esta reivindicación porque defiende la vida y que para cuidarla hay que cuidar y proteger a las mujeres. ¿Cómo se sienten las familias al verse separadas por no poder huir juntos? ¿Qué pasa con las mujeres que se ven forzadas a cuidar solas a sus hijes o a abandonar y ver destruidos sus hogares y logros?

Finalmente, la violencia contra la mujer y el trato denigrante no se trata de un tema de generación ni se resuelve sólo a través de sanciones o medidas punitivas. Si así fuese no se presentarían situaciones de acoso ni violencia entre jóvenes como se sabe que ocurre por los casos de agresiones entre pololos que aparecen en las noticias, ni las actuales denuncias contra estudiantes del Liceo Lastarria, quienes difundieron imágenes íntimas sin autorización, comentarios y amenazas hacia algunas estudiantes de varios liceos. ¿Qué ha pasado con estos jóvenes? ¿qué han visto o experimentado para considerar que tratar a otro ser humano de ese modo es correcto? ¿cómo han construido su representación de la mujer que son irrespetuosos?

Reaccionar una vez que los hechos han ocurrido no basta, es necesario prevenir que se piense en las mujeres como objeto al cual dominar o controlar, o que el hombre tiene derecho a subyugar, humillar o someter. La identidad, seguridad emocional y sexualidad no debieran basarse en la denigración del otro; esto es parte de lo que hay que continuar reflexionando, deconstruyendo y modificando.

Como sociedades hemos cambiado, aprendido, y desarrollado otros cánones de justicia y valoración gracias a lo cual se observa mucha más equidad, reconocimiento, y respeto que en el pasado, pero muchas veces esto sólo implica que la desvalorización, menosprecio y descalificación se ha vuelto más sutil. Necesitamos seguir preguntándonos y pensando en conjunto sobre lo que hacemos y decimos tanto como en los motivos para ello, en los actos pequeños como en los grandes, en los públicos como en los que no son vistos por otros.


Karen Rosenfeld Ytier

mujer crítica, feminista y defensora de la niñez, socióloga, diplomada en desarrollo cognitivo, magíster en análisis sistémico y doctorante en procesos e instituciones políticas y editora del Fanzine #BIGDATA