Por Mauricio Labarca Abdala | Editor de #BIGDATA

Y aquí estamos nuevamente, resistiendo la ola pandémica y la marea electoral que inunda y desborda casi todo, imponiendo ritmos, urgencias y ansiedades, pasando por encima de mucho de lo que intentamos construir tras el Octubre chileno y la caída del velo y los mitos de este latifundio con ínfulas republicanas y aires de grandeza (ingleses de Sudamérica, jaguares y luego el “Oasis”).

Estrenamos un nuevo formato, fanzine web le llamaremos. Y si bien realmente nos encantaba el formato anterior (PDF con potencial imprimible – copias físicas), nos parecía que era un poco hermético e invisibilizaba un poco el valioso contenido de cada número. Por ello tomamos la decisión de dar un salto importante, sin perder ese carácter de fanzine o revista, como habrán podido apreciar.

Además de ello, tuvimos la brillante idea de construir el sitio web, a la vez que subíamos y diseñábamos el nuevo número y, al mismo tiempo, preparábamos un “gran lanzamiento, gran”. Pero bueno, somos un pequeño equipo que juega como si fuese un gran plantel, con muchxs jugadorxs polifuncionales, capaces de hacer muchas cosas a la vez, capaces, queda claro, de lograr lo que se proponen, y eso lo decimos sin soberbia, pero con mucho orgullo y fuerza.

Si el/la lector/a ha llegado hasta aquí por primera vez, y se encuentra intentando dilucidar de que se trata este proyecto, este pasquín/”boletín”/revista/fanzine de nombre raro y extranjero, pues habría que señalar que el nombre es en sí mismo una declaración autodefinitoria, en tanto refleja nuestro espíritu lúdico, creativo y despeinado para hacer frente a la adversa realidad que venimos enfrentando desde aquel 18 de Octubre. Si recuerdan bien, en esos primeros meses de revuelta, se hizo famoso un informe bigdata1 encargado por el mal gobierno, en donde se indicaban como ideólogos del estallido al movimiento musical K-Pop más un par de conocidos futbolistas y cantantes. Aquello nos resultó tan elocuente en tantos sentidos, además del disparate evidente, que nos encariñamos con el concepto y lo usamos a modo de ironía, esa misma que caracteriza estas editoriales y mucho de lo que hacemos y, por supuesto, de lo que somos.

Cuando me pedían definir #BIGDATA hace un tiempo, me enredaba un poco, pues su carácter y su sello se fueron expresando y puliendo con el paso de los números y el proceso que recorrimos en este año y medio de vida. Ahora que este proyecto ha madurado e inicia una nueva etapa, podemos afirmar fehacientemente que este Fanzine se plantea como un espacio de reflexión, surgido desde el movimiento social y asambleario, y, como tal, se reconoce parte de esa trama organizativa y de ese espíritu emancipatorio. Pero también somos territorio ‘creativo y lúdico’ que busca aportar un poco de color y poesía a un movimiento social que necesita con urgencia un impulso creativo, en un momento histórico tan complejo e interesante al mismo tiempo.

1.- https://www.cnnchile.com/pais/medios-coreanos-reaccion-informe-big-data_20191224/

Otro de los elementos identificatorios fundamentales de este proyecto es nuestra determinación por dar espacio y contribuir a la visibilización de los Pueblos Originarios o Primeras Naciones. Creemos firmemente en que sus saberes, historia y prácticas han de estar al centro de todo lo que como sociedad podamos construir en adelante. Esto resulta fundamental en todas las sociedades latinoamericanas, marcadas y encasilladas en la lógica colonial, y con mayor razón en la nuestra, en donde el propio estado chileno se ha edificado sobre el despojo, el exterminio y la negación de lo indígena, con ese arribismo acomplejado que le caracteriza y le moviliza.

Hace un tiempo que vienen emergiendo, desde distintas direcciones, movimientos y nuevas prácticas que han debido recorrer un tramo de su camino desde su propia singularidad. Hoy esos caminos empiezan a encontrarse y parece que asistimos a la emergencia de una nueva trama en común, con el potencial de construir un nuevo paradigma. Algunos de estos movimientos ya empiezan a evidenciar esos cruces, como el caso del ecofeminismo, a la vez que convergen hacia el mismo lugar el cooperativismo, las redes de economía solidaria y soberanía alimentaria, el auge de lo comunitario y el resurgimiento de la organización territorial, junto al inconmensurable aporte de lo indígena. A partir de ahí, este humilde espacio de reflexión y creatividad busca ser un aporte explícito para potenciar y promover dicho encuentro y las impensadas sinergias que de allí surgen.

Hoy, que, como nunca antes, se ha instalado transversalmente (y tardíamente) una renovada conciencia ambiental, ante la crisis climática que enfrentamos como humanidad y la posibilidad casi definitiva de una extinción masiva, resulta pertinente citar al eterno Chico Mendes cuando decía que la ecología sin lucha social es simplemente jardinería. Y es que no puede haber perspectiva ambiental sin el protagonismo de las comunidades organizadas en los diferentes territorios que hoy sufren todo tipo de saqueos, por parte de la maquinaria extractivista, la que buscando el enriquecimiento instantáneo, hipoteca el presente y el futuro de sociedades completas. Hay pocos ejemplos más sintomáticos del “espíritu” neoliberal (perdón por el oxímoron), de ese capitalismo salvaje que arrasa con todo a su paso, destruyendo ecosistemas, vidas y sueños.

Es así como podemos afirmar que, ante esta verdadera devastación extractivista o ecocidio, y tras el informe lapidario de las Naciones Unidas respecto a la apocalíptica situación climática planetaria, irreversible en buena medida, se hace más necesario que nunca ubicar ‘la cuestión ambiental’ como un eje de todo lo que seamos capaces de construir en nuestro intento por resistir esta distopía neoliberal que hoy hace aguas, pero que en su colapso podría perfectamente “llevarse a medio mundo por delante”, antes de que seamos capaces de ponerle un coto definitivo.

Hace un tiempo que vienen emergiendo, desde distintas direcciones, movimientos y nuevas prácticas que han debido recorrer un tramo de su camino desde su propia singularidad. Hoy esos caminos empiezan a encontrarse y parece que asistimos a la emergencia de una nueva trama en común, con el potencial de construir un nuevo paradigma.

Y, pese a todo, hay quienes llevan toda la vida jugándosela en los devenires de la resistencia ambiental, sin altavoces, ni micrófonos, ni presupuestos millonarios aportados desde el primer mundo. Y no, no estoy hablando de modas ecologistas importadas desde Europa o EEUU, ni de ningún neohipismo progre. Hablo de las Primeras Naciones. Y, sin pretender idealizarlas, creo que merecen un reconocimiento de parte nuestra, toda vez que han sido durante toda la historia la verdadera primera línea de defensa del patrimonio medioambiental, y de quienes tenemos tanto por aprender e integrar en nuestras prácticas, dinámicas y relaciones. Pero sin tomarles como objeto de culto o moda identitaria “pachamámica”, pues aquellas son formas de apropiación cultural que faltan el respeto a quienes se dice admirar. Cada cual, desde su lugar, teniendo conciencia de los privilegios o carencias que se tengan, debe hacer lo suyo, sin pretender ser lo que no se es y respetando al máximo la esencia, el lugar y el trabajo del/la otrx. Aquí nadie sobra y todas las manos son necesarias.

Solo a modo de ejemplo contingente, son principalmente comunidades indígenas las que se enfrentan a los proyectos extractivistas como la minera Dominga, el proyecto de ensanchamiento del Canal Kirke en la Patagonia o el proyecto inmobiliario en el humedal Río Elqui. Todo esto y mucho más acontece ahora y requiere nuestra atención, nuestro apoyo y nuestra acción. Es por eso que este número tiene una fuerte inclinación hacia lo medioambiental y a las primeras naciones, y a la evidente relación entre lo uno y lo otro.

Y bueno, por acá seguimos más convencidos que nunca de que estamos atestiguando un fin de ciclo de una magnitud insospechada para la gran mayoría. Y como buen tramo final de un largo ciclo histórico, la decadencia y degradación de las viejas estructuras resulta mucho más visible que la emergencia de ese nuevo paradigma, aún en proceso de elaboración y búsqueda. Es así como parecen abrirse espacios en una institucionalidad en pleno derrumbe, pero no hay proyectos ni cohesión del tejido social para darle coherencia y sustento a esas apuestas electorales. Y, mientras unxs se empeñan en dar señales se seriedad, madurez y “gobernabilidad”, haciendo todo tipo de guiños hacia el centro y la derecha, otrxs más a la izquierda muestran la poca madurez y disposición a construir verdaderos proyectos colectivos, más preocupados de imponer su visión, “pasar máquina” y concebir todo espacio de articulación como un botín a disputar, en donde cada bando está tan convencido de su verdad y su legitimidad que se ha cerrado toda posibilidad de diálogo constructivo y de “pensar en conjunto”. Hay también ahí un paradigma y unas prácticas que se han agotado, en una sociedad que ha cambiado y que se ha ido empoderando y provocando con ello un proceso de horizontalización que choca de frente con cierto tipo de visiones iluministas y vanguardistas acuñadas en otros tiempos, y aquello se hará cada vez más evidente conforme avance el proceso de desmoronamiento a las sucesivas etapas por venir. Desde acá el llamado será a cambiar el enfoque, bajar un par de cambios, entender el momento y sus características y, al menos, intentar una nueva forma de hacer política, que vaya más en sintonía con las nuevas corrientes y prácticas que vemos emerger por tantos y diferentes lugares.

Y como buen tramo final de un largo ciclo histórico, la decadencia y degradación de las viejas estructuras resulta mucho más visible que la emergencia de ese nuevo paradigma, aún en proceso de elaboración y búsqueda. Es así como parecen abrirse espacios en una institucionalidad en pleno derrumbe, pero no hay proyectos ni cohesión del tejido social para darle coherencia a esas apuestas electorales.